Cada día, millones de personas encienden sus ordenadores sin sospechar que están dejando la puerta abierta a una vigilancia constante. No hablamos solo de hackers, hablamos de empresas, aplicaciones y servicios que ya están dentro de tu sistema.
El espionaje invisible
Cuando instalas un programa gratuito o aceptas una política de cookies sin leerla, cedes acceso a tus datos: hábitos de navegación, ubicación, contraseñas guardadas e incluso lo que escribes antes de pulsar “enviar”. Muchos programas incluyen software espía oculto (spyware) que recopila esta información sin que lo notes.
El negocio de tus datos
Tus búsquedas, tus clics y hasta tus conversaciones privadas tienen un precio. Empresas de publicidad y corredores de datos compran esa información para perfilarte y venderte lo que creen que necesitas. Lo preocupante: ya no eres cliente, eres el producto.
Espionaje legal… y el que no lo es
Mientras los gigantes tecnológicos recopilan datos amparados en “términos y condiciones”, los ciberdelincuentes aprovechan vulnerabilidades para acceder a tu cámara, micrófono o teclado. Es posible que alguien haya visto tu rostro a través de tu propia webcam sin que lo sepas.
Cómo protegerte
- Desactiva la cámara y el micrófono cuando no los uses.
- Instala antivirus y antimalware actualizados.
- No descargues programas de fuentes desconocidas.
- Revisa qué aplicaciones tienen permisos en tu sistema.
- Usa contraseñas fuertes y un gestor de contraseñas seguro.
La verdad incómoda
El espionaje digital ya no es una posibilidad, es un hecho cotidiano. Tu ordenador es una ventana abierta, y solo depende de ti decidir si quieres dejar la cortina corrida… o cerrarla.
